Un giro en el mundo de los superhéroes
En un panorama saturado de series de superhéroes, es refrescante encontrar un anime que no solo presenta un giro innovador, sino que también lo ejecuta con fuerza narrativa y peso temático. El episodio piloto de esta nueva serie (aún sin nombre ampliamente reconocido) nos introduce a un mundo donde los poderes no nacen del azar, la genética ni la ciencia ficción desbocada: nacen del creer. Específicamente, del creer de los demás.
Aquí, los héroes obtienen sus habilidades directamente del grado de fe que el público tiene en ellos. ¿El resultado? Una sociedad donde los superhéroes son celebridades, y donde la popularidad no es solo una ventaja, sino una necesidad. Los más poderosos no son necesariamente los más virtuosos, sino los más carismáticos, los más visibles, los más idolatrados.
Pero lo realmente fascinante llega cuando Lin Ling, un hombre común, se ve accidentalmente envuelto en la identidad de “Nice”, un héroe recientemente fallecido. El poder de la percepción pública es tal que Lin comienza no solo a desarrollar los poderes de Nice, sino incluso a transformarse físicamente en él, hasta que sus ojos reflejan el mismo color del héroe caído. La identidad del héroe, entonces, es más fuerte que la persona: es una máscara que puede pasar de mano en mano mientras el público crea.
Este concepto, que podría haberse quedado como una simple premisa interesante, se convierte en el motor de una historia emocionalmente poderosa. Porque cuando Lin finalmente enfrenta a su antiguo jefe —convertido en villano de turno— no es el poder de los demás lo que lo salva, sino su propia creencia en sí mismo. Un mensaje tan clásico como efectivo: cualquiera puede ser un héroe, si cree que puede serlo.
No todo es luz, sin embargo. El trasfondo es inquietante. El cierre del episodio 1, sugiere que la identidad de los héroes es más desechable de lo que parece… y quizás, esa presión sea el verdadero villano.
Reflexión final: un estreno que deja huella
Más allá de su narrativa sorprendentemente madura, el anime brilla también por su estilo visual. Una mezcla atrevida de técnicas de animación que se sienten frescas, experimentales y, sobre todo, memorables. La estética acompaña perfectamente el tono de la historia, haciendo de este estreno algo difícil de olvidar.
En resumen: este piloto no solo entretiene, invita a reflexionar. Sobre identidad, sobre poder, sobre la relación entre figura pública y persona real. Y lo hace sin perder ritmo, con arte impresionante y personajes que prometen mucho más.

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